domingo, 1 de mayo de 2016

Literatura Universal- Rosa Chacel

Rosa Chacel



Poeta, ensayista y novelista española nacida en Valladolid en 1898. A los 11 o 12 años matricula a Rosa en la Escuela de Artes y oficios, pero pronto se abre la Escuela del Hogar y Profesional de la mujer y se traslada a allí. En 1915 se matricula en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando para estudiar escultura, materia que abandona en 1918.
El segundo número de la revista Ultra verá un relato de Rosa Chacel, Las ciudades. De 1922 a 1927 comienza a escribir Estación. Ida y vuelta , y en septiembre de 1927 vuelve a Madrid tras vivir cinco años en Italia.
En 1930 publica su primera novela, Estación. Ida y vuelta.
A lo largo de su vida vive en numerosos lugares como Barcelona, Valencia, París, Berlín, Río de Jaranero, Buenos Aires, Nueva York...
Recibe varias becas como una beca de creación de la fundación Guggenheim o una beca de creación de la Fundación Juan March.
Fue Premio de la Crítica en 1976 por Barrio de Maravillas . En 1987 se le otorga el Premio Nacional de las Letras. Su obra Memorias de Leticia Valle fue llevada a la pantalla. En 1990 recibió el Premio Castilla y León de las Letras. Finalmente muere en Madrid en 1994.


OBRAS:
  1. Estación. Ida y vuelta. Madrid Ulises, 1930. Novela.
  2. A la orilla de un pozo. Madrid: Héroe, 1936. Poesía.
  3. Teresa. Buenos Aires: Nuevo Romance, 1941. Novela.
  4. Memorias de Leticia Valle. Buenos Aires: Emecé Editores S.A, 1945. Novela.
  5. Barrio de Maravillas. Barcelona: Seix Barral, 1976. Novela.
  6. Ganadora del Premio de la Crítica 1977
  7. Versos prohibidos. Madrid: Caballo Griego para la Poesía, 1978. Poesía.

Y la última obra que publicó en vida:

Poesía (1931-1991). Barcelona: Tusquets, 1992. Poesía.

POESÍA:

Comparada con su obra en prosa, la labor poética de Rosa Chacel corre el riesgo de ser considerada como un divertimento, como un ejercicio circunstancial. Su primer libro, A la orilla de un pozo, surgió, como ha declarado la autora, «de una divagación con Rafael Alberti sobre el entusiasmo [...] de la forma clásica del verso, de la medida, de la rima»; se trata de un conjunto de sonetos «que envolvían o enmascaraban la corrección académica de su forma en el delirante surrealismo de su contenido».



La ventana que iba sobre la muerte



La ventana que da sobre la muerte,
abierta sin espacio, hueco espeso,
deja pasar la luz, pero no alienta
y se rompen la frente los suspiros
contra la piedra que creyeron alma.


Lo mismo que el vacío de una boca
donde la araña su labor tendiera,
a la palabra en vuelo cierra el paso
con el pálido muro de su lámina.


Linfa de claridad donde no entra
el vaso ni la mano se humedece,
lágrima que no cae ni se evapora,
cortina que la brisa no sacude,
espada de silencio para el ojo
que afronta el filo, llave del abismo.


Las oraciones van bajo la nave
sus cuerpos a esconder y sus melenas
llamean en lo oscuro, sus lamentos
en eco curvo van bajo la bóveda.
Arrastran sus camisas por las losas,
sus pasos como huella dejan pétalos
y su murmullo tiembla y se estremece
como un ave en el nido desvelada...


La ventana que da sobre la muerte,
abierta flor de hielo, las acecha...


La carne, dulce sierpe, se recoge
arrullando con pecho de paloma
y refugia sus huevos en las grietas,
bajo la cruz, que la piedad formara.
A sus pies se desliza, conjurándola
con el tierno ondear de su cintura,
contritamente bajo la cabeza
o se mira en espejos estancados,
negros, cuajados charcos de la sangre...


Llora por las caricias, por las manos
que oprimían las manos como hiedra,
que besaban las manos como labios.
Llora por los alientos que se anudan,
por el roce del fuego contra el fuego.


La ventana que da sobre la muerte,
fuente sin pensamiento, la sentencia...
Vela sin viento en lago sin distancia,
cáscara del adiós, piel del olvido,
vigía sin vigilia, la ventana
calla, sin aldabón, sobre la muerte.



En el infierno había un violoncello…

En el infierno había un violoncello
entre el café y el humo de pitillos
y cien aulas con libros amarillos
y nieve y sangre y barro por el suelo.
Pero tú, resguardada por el velo
de tus cristales de lucientes brillos,
pasabas, seria y pura, en los sencillos
compases de tu fe y de tu consuelo.
Algunas veces fuimos, de la mano,
por las venas del bosque y la corneja
cantó melancolía en nuestras almas,
si nos separa el Abrego inhumano,
no llores mi amistad hoy que se aleja,
entrega al viento el talle de tus palmas.








MEMORIAS DE LETICIA VALLE

Resumen y sinopsis de Memorias de Leticia Valle de Rosa Chacel

A punto de cumplir los doce años, Leticia, huérfana de madre, se traslada con su padre, un militar que acaba de regresar de la guerra de Marruecos, y con su tía Aurelia a Simancas (Valladolid). Allí, la niña, dueña de un talento extraordinario y de sorprendente madurez, recibirá clases de música en casa de Luisa, una mujer hermosa y “mundana” –en palabras de Leticia–, con la que entablará una estrecha amistad. Daniel, marido de Luisa, entra en la vida de Leticia cuando comienza a darle clases para no desaprovechar el gran talento de la niña.
En Memorias de Leticia Valle, Rosa Chacel desarrolla de forma magistral la capacidad de seducción de la pequeña Leticia, quien, con perversa ingenuidad, juega con su propia pasión y con las pasiones que desencadena.
Es una obra que nos permite, además, conocer cómo eran educadas las mujeres, bajo qué prejuicios y códigos, y cómo, al margen de otras limitaciones, estaba determinada por la clase social a la que se pertenecía.
Si bien se revela el inicio de la sensualidad en una adolescente y lo que esto supone para ella y las relaciones con las personas que la rodean, en todo momento hay una mirada crítica sobre el papel que ocupan las mujeres en la sociedad del momento.


Esta novela fue galardonada con el Premio Castilla y León de las Letras en 1991.


Con esta obra Rosa Chacel muestra su personal antifeminismo. La escritora considera que la mujer no tiene que reivindicar ningún rol que crea supeditado al hombre porque eso supondría plegarse y dar reconocimiento al sistema machista, sino que el papel de aquélla es tomarlo sin siquiera exigirlo; es decir: reivindica a la mujer puesta en acción, que actúa y que no agota sus esfuerzos en chácharas ni gritos probablemente, a la postre, no dan ningún resultado porque se pierden en su propio eco.




Bibliografía


ROSA CHACEL , Memorias de Leticia Valle, edición, introducción y guía de lectura Carmen Morán Rodríguez Madrid, Iberoamericana Editorial Vervuert y Cátedra Miguel Delibes, 2010, 328 páginas.



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