LOS SANTOS INOCENTES DE MIGUEL DELIBES
Claves temáticas
El tema principal
Delibes plantea una situación de injusticia
social. La rebelión final de uno de los sometidos vendría a
constituir una reacción lógica a una situación tan injusta. La
injusticia no sólo se percibe en los signos externos que reflejan el
modo de vida de unos y otros. Va unida, en primer lugar, al desprecio
por los semejantes. La injusticia se percibe en los abusos que
cometen los amos.
No es fácil acabar con esta injusticia, a juzgar
por las palabras de los señoritos e invitados, que reflejan una
ideología inmovilista << el que más y el que menos todos
tenemos que acatar una jerarquía,unos debajo y otros arriba, es ley
de vida ¿o no?>>. El fin
del injusticia se ve más lejano cuando se comprueba la sumisión con
que la acepan los inocentes. Sólo el Quirce manifiesta un principio
de rebeldía: su silencio, su displicencia enfadan al señorito.
La sumisión de los
humildes parece favorecida por la estructura cerrada del latifundio,
poco permeable a las influencias exteriores, y por la ignorancia en
que, conscientemente, se mantiene a los humildes. Ante la
perpetuación de la injusticia, la rebelión trágica se abre paso
como reacción inevitable. Pero no se trata de una rebelión
<<política>>, sino de una venganza individual.
Temas secundarios
Los cuatro
núcleos temáticos habituales en las novelas de Delibes están
presentes de manera dispersa en Los santos inocentes:
- Aparecen manifestaciones del mundo de la infancia.
- La relación con la naturaleza es una de las constantes temáticas que explican el conflicto de la novela.
- La consideración hacia los más necesitados (el prójimo) es otro de los motivos vertebrales del relato.
- También está presente el tema de la muerte recurrente en todas las novelas de Delibes.
Los temas secundarios por libros
Libro primero: El calor humano. El amor a la naturaleza. El miedo y la muerte
Todo el libro primero muestra cómo Azarías trata
de hallar el calor humano que le falta en el cortijo de La jara. El
Azarías suple el calor humano que le falta con el amor a la
naturaleza. La repetición de la expresión <<milana bonita>>
añade un tono lírico a los gestos de Azarías hacia el búho.
Parece que se produce al mismo tiempo una animalización del
personaje y una personalización del animal. Se da entre ellos una
relación basada en los “sentimientos” compartidos, entre ellos,
el sentimiento del miedo. La muerte de <<la milana>>
significa para Azarías un trauma que se acentúa ante la
incomprensión de los demás.
Libros segundo: La imposible redención de los inocentes
El tema fundamental del libro es, no obstante, el
fracaso de los proyectos de los inocentes.
- En la inteligencia y en el trabajo de sus hijos cifra Paco sus esperanzas de redención.
- La vuelta al cortijo significa, también, para Paco y su mujer la posibilidad de volver <<a ser jóvenes>>. Pero el bramido de la Niña Chica parece un signo adverso del destino, que anula cualquier intento de cambio.
- El episodio de la primera comunión, vetada a los humildes, demuestra que los amos no están dispuestos a dar oportunidades a los siervos.
- Al final, don Pedro el Périto, atacado de enormes celos, desvía su irritación hacia la Nieves. La niña se turba sobremanera, porque percibe con mayor claridad su condición de sierva y su imposible redención.
Libro tercero: El amor al prójimo
Azarías es expulsado de La jara porque el
señorito no soporta algunas de sus costumbres. Él intenta ser útil.
Los personajes que le rodean soportan y superan los inconvenientes:
- La Régula, su hermana, intenta corregir su suciedad.
- El Rogelio ofrece a Azarías <<una grajeta en carnutas>> para sustituir al búho muerto. Será la nueva <<milana bonita>>.
- Paco se ocupa de recoger los excrementos que deja en cualquier parte el Azararías.
- Otros personajes no se portan tan bien con Azarías: los sirvientes se mofan de sus alucinaciones. Pero, lo que destaca en este libro es que el amor al prójimo es más posible entre los humildes que entre los poderosos.
Al final, la nueva milana conquista al Azarías y
se convierte en su nueva pasión.
Libro cuarto: La pasión cinegética
La pasión por la caza es el tema que sobresale en
el libro cuarto.
- Las frecuentes cacerías en batida definen lo que Delibes llama <<la cacería aristocrática>>, que para el autor <<no es caza>>. Este tipo de caza es opuesto a la del <<hombre libre, sobre naturaleza libre, contra pieza libre>>. Esta forma de caza supone la eliminación rápida de las aves, y la consiguiente degradación de la naturaleza.
- La pasión cinegética arraiga en el señorito Iván progresivamente junto con una arrogancia singular: se permite insultar a cuantos con él compiten, grita a los secretarios vecinos etc. Como toda pasión incontrolada, lleva al sujeto a un estado psicológico que le hace proclive a abusar de sus semejantes.
En el libro aparecen dos ejemplos de la
autosatisfacción de los amos: el señorito pretende lucha por
redimir a sus siervos enseñándoles a malfirmar en un papel y la
señora conquista a los humildes a través de la limosna. Ambos
ejemplos, muestran, sin embargo, lo poco que en realidad hacen por la
redención de los inocentes y su deseo de mantener su conciencia
aristocrática.
Libro quinto: La insumisión
En este libro la pasión cinegética aparece
vinculada al abuso del hombre y la naturaleza. Los dos accidentes de
Paco demuestran que incluso en graves trances el egoísmo del
señorito no se atenúa.
El episodio en que el señorito ordena a Paco
cegar a las palomas que sirven de reclamo supone un desprecio por la
naturaleza. Pero la verdadera novedad temática del capítulo es la
actitud de Quirce, el único personaje humilde que desafía al
señorito. No acepta su limosna al acabar la cacería.
Iván se venga de la insumisión del Quirce en la
persona de la Nieves. La humilló obligándola a retirarle los botos,
la humilló con su gesto, con su mirada, con su risa. Prueba de que
el resentimiento era la causa de esta acción, voceó a la Nieves: <<
[…] ¡ah!, y dile a tu hermano que la próxima vez no sea tan
desabrido, niña>>. Una manera definitiva de resarcirse del
desprecio del Quirce lo constituye la última acción: se besa
<<ferozmente>> con doña Purita.
Libro sexto: Los últimos abusos. La venganza
La fuga-rapto de doña Purita refleja que la
opresión se extiende también a los opresores. Don Pedro se
convierte en el opresor-oprimido y se añade al personaje de Iván un
rasgo negativo: la actitud cínica.
El dramatismo de los episodios finales queda
realzado por el vivo contraste entre la ternura con la que Azarías
despide a la milana y el desprecio del señorito por todo pájaro que
se le pone a tiro. Se enfrentan dos pasiones y dos concepciones
distintas de la vida: la sintonía con la naturaleza y el abuso de
ella.
La venganza final es una acto de <<justicia
natural>>. Es una venganza personal. Azarías ha vengado una
afrenta personal.
La posición del narrador
Acertar con la fórmula
En Los santos inocentes advertimos
la presencia de tres voces narrativas: la del narrador-testigo, la
del narrador-acorde y las voces de los distintos personajes.
El narrador-testigo
Existe, por una parte, un narrador que está fuera
de la acción pero demuestra una gran cercanía al mundo que narra y
un conocimiento detallado del marco en el que se sitúa los hechos.
El autor se presenta como un observador directo de los
acontecimientos. Cuenta la historia por tanto, con la seguridad de
quien posee una completa documentación: es muy detallada la
información sobre el cortijo, los personajes, los animales,
procedimientos de caza etc. Además, Delibes conoció personalmente
al Azarías, que, según confiesa a Luis M. de Dios, es <<lo
único no inventado de la novela>>.
El narrador no es, pues, solamente, un narrador
omnisciente. Es un narrador-testigo, que permanece fuera de la acción
pero está cercano a los hechos; esto confiere al relato un sesgo de
verosimilitud y autenticidad, de realismo en suma. Signos de la
presencia de este narrador-testigo son:
- La utilización de la tercera persona narrativa, que es señal de distancia y deseo de objetividad y muestra de la intención del autor de contar la historia sin intervenir en la acción.
- La minuciosidad y el detallismo, que se advierten, sobre todo, en las descripciones de los lugares; en los modos, muy definidos, de conducta; en los datos que implican penetración psicológica; en el fidelísimo reflejo del habla rural.
- La constante presencia de elementos valorativos.
El narrador-acorde
El narrador-testigo es, pues, una garantía de
realismo, pero no es en modo alguno un fabulador objetivo. Porque en
Los santos inocentes aparece,
como en otras novelas de Delibes, esa especie de localización
subjetiva que consiste en el acercamiento del narrador a alguna a sus
criaturas de ficción. Ahora es el narrador el que se identifica con
el personaje. La escritura se adapta a las experiencias, estímulos y
reacciones que conforman el mundo de algunas criaturas de la ficción.
El narrador no se
limita a contar objetivamente los hechos, sino que se sitúa en una
posición de simpatía (de concordancia con la conciencia) para con
los personajes humildes o desfavorecidos.
En Los santos
inocentes la presencia de este narrador-acorde es perceptible en
todo el relato e influye decisivamente en su sentido último. Se
presencia se hace muy diáfana:
- En el título
- En la oralidad del relato. Delibes utiliza en cada caso el registro idiomático adecuado al personaje cuya conciencia se adapta. El lenguaje adquiere un tono de oralidad constante; parece la transcripción de algo que se cuenta de forma oral. Esto no quiere decir, sin embargo, que la escritura no sea elaborada. Por el contrario, es un prodigio de precisión lingüística, de selección y poda de elementos supérfluos y de uso medido de los recursos literarios:
- En el lirismo. En el texto es visible que la sociedad, la falta de instrucción y sus propias limitaciones han hurtado a los seres humildes la capacidad de pensar, esencial en cualquier concepción del progreso; en contrapartida son los únicos que atesoraron sentimientos sencillos que dignifican la condición humana.
- Sentimientos como el amor al prójimo o a la Naturaleza sólo aparecen en este reducto humano no adulterado por el <<progreso>>. Pese a la debilidad mental de Azarías y consiguiente ignorancia, es capaz de manifestar una insuperable ternura. Las palabras (<<milana bonita>>) con las que expresa su cariño por el búho, por la grajeta y, en una acertada fusión, con la Niña Chica, tienen la intensidad lírica que convierten la novela en un hermoso poema. Las expresiones <<jodida graja>> o <<carroña>>, con las que el señorito designa a <<la milana>>, son signo de seres humanos instalados en una dinámica de <<progreso>> pero incapaces de comprender los sentimientos elementales.
Las voces de los personajes
Lo que más destaca es la correspondencia entre el
carácter y la función del personaje, y el uso que hace del
lenguaje.
- La señorita Míriam tiene conciencia social y sensibilidad hacia los humildes.
- Don Pedro, el Périto, es un personaje lleno de gestos y emociones. Los celos son causa de una agresividad verbal contra su esposa que, a veces, traslada a Nieves. Pero cuando se ha visto también humillado, se dirige a los humildes con mucha <<prosopopeya>>.
- Doña Purita es un modelo de frivolidad y arrogancia, sabedora de estar protegida por el señorito Iván.
Personajes: Novela de personajes
La galería de personajes que aparece en Los
santos inocentes denota la firme preocupación del autor
por el ser humano. Los santos inocentes es,
por tanto, una novela de personajes. Cuantitativa y cualitativamente,
la mayor proporción del texto se reserva al retrato de las figuras
humanas.
Importancia de los personajes
Personajes en primer plano
Azarías, verdadero protagonista de la novela y
desde su perspectiva, las milanas adquieren una función relevante.
Paco, el Bajo, ayuda a conocer el mundo de los humildes. Un
antagonista, el señorito Iván.
Personajes de segundo plano
El perfil humano de este segundo grupo de
personajes queda más difuminado. Aún cuando su importancia en el
desarrollo de la intriga es menor, son indispensables para ampliar,
en extensión y en intensidad, el sistema de relaciones y oposiciones
que se establece en la historia narrada. Integran este segundo plano,
la familia de Paco, el Bajo; la familia del señorito Iván y los
encargados del Cortijo.
Personajes en tercer plano
El resto de los sirvientes, el señorito de La
jara y los invitados de los dueños
Sencillos y vanos. Opresores y oprimidos
Los personajes sencillos
- Son personajes en estado de pureza, no contaminados por las costumbres deshumanizadoras de la civilización moderna. La preferencia de Delibes por el mundo de la infancia se justifica por el hecho de que es en los niños donde el autor encuentra mejor representados un conjunto de sentimientos que no han sufrido adulteración. Son seres primarios en los que anidan sentimientos positivos (el amor, la amistad, el respeto por la naturaleza), negativos (el miedo) o debilidades humanas (el odio, la mezquindad).
- Les caracteriza su autenticidad y muestran una imagen del hombre consciente de sus limitaciones, deseoso de que se le conozca tal como es.
- Suelen ser desheredados de la fortuna, tanto en lo biológico como, sobre todo, en lo social.
- Padecen miseria, a causa de situaciones de las que no son culpables, sufren de soledad, como fruto de la discriminación social o de un progreso mal entendido; no han recibido enseñanza.
Los personajes vanos
- Suelen ser socialmente acomodados.
- En su mundo son paradigma de comportamiento inauténtico, frecuentemente marcado por la competencia, el consumo y el desarraigo. Es notable su deseo de aparentar.
- A ello añaden otras características negativas: egoísmo, mezquindad, prepotencia, intolerancia, deshumanización y desprecio por quienes les rodean.
- La actitud del autor hacia ellos es de denuncia pero también de compasión.
En Los santos inocentes,
el señorito Iván, la Marquesa, los invitados y el señorito
de La jara encarnan la tipología de personajes vanos. El
enfrentamiento entre personajes sencillos y vanos es una de las
claves del conflicto de la novela. La situación de injusticia está
marcada por la opresión.
Los personajes sencillos, por falta de alcances,
por ignorancia o por resignación, se ven abocados a permanecer en su
condición de siervos.
Ruptura del Maniqueísmo
Delibes ha tratado de paliar la oposición frontal
entre buenos y malos, mediante la inclusión de otros personajes de
perfiles más complejos.
- Don Pedro, el Périto, es el personaje en el que Delibes ha concentrado mejor la doble condición de opresor y víctima. Es opresor respecto a la Nieves y víctima de la reiterada infidelidad de su esposa.
- La señorita Míriam demuestra poseer conciencia social
- René, el Francés, también posee conciencia social.
Entre los humildes el Quirce es el único que
manifiesta una voluntad de ruptura con la situación de sumisión en
que vive la familia.
Análisis de los personajes
Personajes en primer plano
El Azarías
El Azarías es una de las figuras más completas
de toda la novelística de Delibes. Posee tres características
esenciales:
- Es <<inocente>>, es decir, retrasado mental, lo cual condiciona muchos aspectos de su conducta.
- Es viejo.
- Es, por tanto, hipermarginado entre los habitantes pobres de los cortijos, una persona a la que los amos mantienen por caridad.
Estos tres aspectos se manifiestan repetidamente:
- En su prosopografía (rasgos físicos), en la que destacan:
- La pobreza extrema
- Cierta animalización
- La suciedad
- Los excesos que comete
- En los rasgos de su carácter (etopeya), que denotan:
- Una conducta instintiva y mecánica
- Ignorancia
- Perturbación psíquica
Todos estos rasgos le suponen la marginación en
ambos cortijos. El Azarías demuestra, más que otros personajes,
primarios sentimientos humanos: El miedo y la ternura.
Las milanas
Las milanas forman parte sustancial de la vida de
Azarías y son objeto de su absoluta dedicación y cuidado, se
constituyen en verdaderos personajes. Para otros personajes son
<<carroña>>, mientras que para Azarías valen más que
cualquier ser humano. En las milanas halla el Azarías posibilidad de
comunicación y agradecimiento, algo que no percibe en los hombres.
Respecto a ellas experimenta también el Azarías el sentimiento de
tristeza por la muerte. Una prueba de la personificación de las
milanas a los ojos de Azarías es el entierro del Gran Duque como si
se tratase de un ser humano. Otra prueba es el crimen final: la
grajeta tiene para él tanto valor que es capaz de matar a una
persona por ella. Azarías no mata al señorito porque considere que
es un opresor sino porque en su concepción de la vida la milana vale
más que un hombre.
Paco, el Bajo
El aspecto de su conducta que más destaca es la
sumisión. Paco asume de forma natural su condición de siervo. Quizá
la máxima expresión de su sumisión está en las palabras con las
que reconviene a la Nieves <<[...] en estos asuntos de los
señoritos, tú, oír, ver y callar>>. Sus aptitudes son
muestra de sabiduría e ingenio. Desea ilusionadamente que sus hijos
alcancen un futuro mejor a través de la educación. Es, junto a la
Régula, modelo de amor al prójimo.
El señorito Iván
La figura de Iván presenta una serie de rasgos
negativos que lo convierten en un personaje monolítico: es muy
difícil hallar en él algún rasgo de bondad. En primer lugar, asume
totalmente su condición de amo y no permite que nada pueda
limitarla. Su mentalidad <<feudal>> le lleva:
- A establecer relaciones de permanente dependencia con sus siervos.
- A mantener en todo momento, con una actitud conservadora, la “jerarquía”.
- Otro de sus rasgos negativos es la vanidad.
- Busca la adulación y cuando no la obtiene, como ocurre cuando el Quirce se niega a llevarle la corriente, se siente humillado y se venga humillando a la Nieves.
- Su pasión incontrolada por la caza supone, en primer lugar, desprecio por la naturaleza. Antepone esta pasión ante todo.
- Destaca, finalmente, su conducta cínica. Su condición de amo descuella también en sus devaneos con doña Purita.
Los personajes de segundo plano
Don Pedro, el Périto (el opresor-oprimido) preso
de los celos y de impotencia; la señorita Míriam (signo de
conciencia social entre los acomodados) y el Quirce (símbolo de
insumisión y el anti-sedentarismo de los humildes).
La Régula significa la determinación en el amor
al prójimo y la disposición para el siervo. La Niña Chica es uno
de los personajes más conseguidos. Su <<inocencia>>
consiste en una subnormalidad profunda patente en sus rasgos físicos;
constituye la imagen más impresionante de la degradación.
El Rogelio, se hallan signos de contacto con el
progreso y sentimientos de afecto por los necesitados.
La señora Marquesa mantiene una actitud
paternalista, de aparente protección a los humildes, que en realidad
responde al deseo de demostrar ante ellos su posición social. Doña
Purita es un ejemplo de frivolidad.
Los personajes en tercer plano
Cada uno de ellos nos aporta rasgos que, como el
ingenio o la sumisión, amplían nuestro conocimiento del mundo de
los siervos.
El tiempo
El tiempo histórico
No existe una fecha explícita que indique el año
en que transcurre la novela. Podemos decir que la mayor parte de los
acontecimientos del relato se sitúa en torno a los primeros años de
la década de los 60. La novela pretende, en conjunto, demostrar la
pervivencia, en tiempos relativamente cercanos, de una sociedad
arcaica y radicalmente injusta.
El tiempo textual
La dirección en que se relatan los hechos sólo
se ajusta a una secuencia temporal lineal en los libros quinto y
sexto de la novela; en los cuatro primeros libros existe una ruptura
consciente de la linealidad del relato: mediante la reiteración de
sucesos y la aparición de anécdotas fugaces y retrocesos temporales
se mantiene un constante juego con el tiempo. En tales capítulos
importa más el dibujo del personaje que los hechos que protagoniza.
La cantidad también varía entre unos libros y
otros. El tempo o ritmo narrativo es lento en los cuatros primeros
libros y se acelera en los dos últimos, en los que los
acontecimientos se precipitan hacia un desenlace trágico, una vez
que los personajes han sido dibujados en los primeros libros.
La subjetividad con que Delibes usa el tiempo en
la novela se dirige también a intensificar el sentido de muchos
elementos temáticos de la novela, lo que se manifiesta en la
existencia de tres tiempos distintos:
- Un tiempo (concreto, concentrado) de los acontecimientos más importantes, que justifica el empleo de otro tiempo (dilatado, diferido) para el resto de los sucesos.
- Un tiempo puntual en el que ubican los episodios que rompen la rutina y un tiempo habitual que expresa precisamente el vivir cotidiano de todos los habitantes del cortijo.
- Un tiempo de los personajes más relevantes; son los sucesos destacados de la vida de un personaje los que, en un momento dado, dictan el tratamiento temporal.
El tiempo de los acontecimientos
Los accidentes de Paco; su situación por el
Azarías como secretario; la muerte de la segunda milana y el
asesinato del señorito Iván, sucesos que ocupan los libros quinto y
sexto de la novela, en un tiempo relativamente corto: tres semanas
aproximadamente.
El relato de los acontecimientos finales se hace
de manera lineal, sin trastocar el orden lógico de los sucesos, y en
un tiempo reducido, sin intervalos, lo que determina el ritmo rápido
de la acción. El relato de los episodios procedentes se hace con una
evidente libertad en el uso del tiempo: se trata de hechos lejanos
aunque imprescindibles para justificar los sucesos finales. El ritmo
narrativo es mucho más pausado, por ende, porque lo que resalta es
una serie de anécdotas que se inscriben en un conjunto de hechos
repetidos.
Las marcas del tiempo <<habitual>> y del tiempo <<puntual>>
- La alusión a fechas concretas, sobre todo en relación con días señalados para la caza.
- Las referencias a las estaciones del año o a los días de la semana.
- Delibes no utiliza, como en otros libros, el santoral, referencia inequívoca de temporalidad en la sociedad rural.
- Las referencias a hechos señalados.
El tiempo de los personajes
El afán de Delibes por vertebrar la novela sobre
los personajes, le lleva a acomodar el tiempo a las vivencias y
peripecias de las figuras humanas. El libro también pretende hacer
un recorrido por la vida de los personajes. Por ello, el autor usa
caprichosamente el tiempo.
- Es muy amplia la proporción de tiempo que se dedica al Azarías.
- Más reducido, pero igual de relevante, es el tiempo dedicado a Paco, el Bajo. Naturalmente, el tiempo de Paco está muy ligado al tiempo del señorito Iván.
- Entre los personajes de segundo plano, merecen atención las marcas de tiempo referidas a la Nieves.
- La vida de don Pedro, el Périto, está concentrada en hechos puntuales que se circunscriben al año del crimen.
El espacio (El paisaje)
Un paisaje original
La pintura del paisaje es uno de los ingredientes
fundamentales de las novelas de Delibes, y Los santos inocentes no
es una excepción.
Para Delibes, tiene una gran relevancia temática,
ya que los conflictos y las pasiones casi siempre tienen una
referencia en el marco en que se producen. Delibes decía que toda
novela debía tener “un hombre, un paisaje y una pasión”.
Delibes se afana por presentar a la Castilla real,
tal como él la contempla desde cerca, observada con detención en
numerosos viajes y experiencias cinegéticas.
El espacio se circunscribe en dos zonas:
- Un núcleo homogéneo de viviendas rurales en el que, no obstante cabe hallar cierta jerarquización -casas cuasi-señoriales al lado de cuevas habitadas-.
- El campo o espacio natural que pertenece el pueblo, duro y agreste, poblado de animales, que forman parte del vivir cotidiano de los hombres y que es objeto de su conocimiento, de su disfrute, de sus disputas y de sus pasiones.
- La principal forma de vida de sus habitantes es la agricultura y, en menos medida, la ganadería.
- La estructura de la propiedad está muy atomizada: el minifundio da sólo para malvivir, pero crea entre los hombres y la tierra un vínculo afectivo: los hombres se hallan a menudo tan integrados en su espacio natural que no conciben que en otro lugar pudiesen reconocerse mejor y ser más felices.
El espacio en que Delibes sitúa Los santos
inocentes resulta novedoso, ya que los cortijos no son
característicos de la región castellana. Presenta una diferencia
fundamental: se trata de un latifundio. El paisaje se resiste de esta
concentración de la propiedad: la jerarquización es muy radical;
los vínculos que ligan a quienes lo habitan son muy variados; la
estructura del paisaje es, por consiguiente distinta.
Localización geográfica
La acción puede desarrollarse en cualquier
cualquier cortijo fronterizo, de Salamanca a Huelva. La localización
de la historia responde al concepto de realismo que está presente en
sus relatos. A Delibes no le importa tanto pintar una zona concreta,
como reflejar un marco en el que insertar de forma creíble las vidas
de los hombres que lo pueblan.
El paisaje del cortijo
En Los santos inocentes aparecen dos
cortijos. El cortijo de La jara y el del Pilón, propiedad de la
señora Marquesa.
Los elementos que conforman el paisaje del cortijo
aparecen minuciosamente descritos, mediante un léxico de gran
precisión y profusión de detalles. El autor presta atención,
selectivamente, a aquellos elementos que permiten expresar mejor la
condición social de las personas o muestran los vínculos afectivos
entre los hombres y la naturaleza.
El cortijo presenta dos zonas claramente
diferenciadas: un gran espacio natural y, dentro de él, una zona de
viviendas.
El gran espacio natural
Es una tierra de labor. Una parte de ella se
dedica a la agricultura, otra parte se dedica al pasto del ganado,
Pero el cortijo es, fundamentalmente, un gran escenario de caza para
el disfrute de los señoritos y de sus invitados. Delibes presta
atención a tres elementos del paisaje:
- Los accidentes del terreno, que son designados con gran precisión léxica. La topografía es irregular.
- La flora. El espacio está poblado por encinares y alcornoques.
- La fauna, entre la que destaca la relación de aves de caza.
Delibes habla de esta naturaleza con la precisión
y la riqueza de datos de quien ha recorrido terrenos parecidos. Es
un entorno dibujo a la medida de la mentalidad de los hombres que lo
pueblan: los inocentes se hallan integrados en él, disfrutan de la
naturaleza y la sufren; los señoritos y sus invitados abusan de su
espléndida conformación y de su fauna.
La zona de viviendas
- Es una zona cerrada, protegida por una tapia y un portón que debe abrir la Régula.
- Hay una corralada en la que se reúnen los sirvientes para celebrar la llegada de la señora Marquesa.
- Y tres edificios principales:
- La Casa Grande, vivienda de los propietarios del cortijo, deshabitada salvo en las cortas temporadas en que acuden sus dueños.
- La Casa de Arriba, en la que viven el encargado, don Pedro, y su esposa, doña Purita. Los nombres de estas dos viviendas (Grande y de Arriba) no sólo aluden al mayor tamaño o a la localización, sino que, desde la perspectiva de los sirvientes, son signos de poder y de distanciamiento.
- Cerca de ellas, hay una pequeña Capilla.
Función significativa del espacio
- El paisaje del cortijo tiene valor por sí mismo: transmite una fuerte impresión de realidad y se constituye en fuente de conocimiento de un modo de vida peculiar.
- Es factor imprescindible para dotar a los episodios de cohesión. Es, en este sentido, un gran escenario por el que discurren los personajes y el elemento que trataba al aparente desorden de los episodios.
- Revela la estructura jerárquica del latifundio. Cada elemento del paisaje refiere las diferencias sociales de los seres que transitan en él.
- Expresa una doble actitud del hombre ante la naturaleza. Los inocentes se hallan integrados en él, mientras que los señoritos lo degradan con sus abusos.
El estilo
El discurso de Los santos inocentes responde
a la focalización o punto de vista adoptado por el autor, que se
sitúa del lado de los personajes inocentes y nos revela su mundo
mediante un registro lingüístico que ha de coincidir con el habla
de tales personajes. El narrador adopta, como principal instrumento
lingüístico textual, el lenguaje de base oral.
Percibimos un narrador externo a la narración,
pero conocedor del mundo que traslada a la novela; es un escritor que
domina la lengua culta (el uso literario de la lengua) y que
intercala en el discurso oral numerosos fragmentos elaborados
literariamente.
La narración transcurre, principalmente, a través
del cauce de la lengua oral, pero el discurso se enriquece con
numerosos rasgos de la lengua literaria. El resultado es un todo
artístico lleno de precisión y de lirismo, de verosimilitud y de
belleza.
Las formas de expresión
La narración y el diálogo son las formas de
expresión que predomina en la novela y en ellas se concentran los
signos de oralidad que percibimos en el relato. No obstante, el autor
intercala frecuentemente en la narración fragmentos descriptivos
casi todos ellos referidos al marco de los acontecimientos.
El lenguaje de base oral en los fragmentos narrativos
En los fragmentos narrativos destaca la abundancia
de nexos conjuntivos, y sobre todo de la conjunción copulativa y,
cuyo uso reiterado puede dar signo de oralidad. Por eso en la manera
coloquial de contar una anécdota es frecuente el uso de la
conjunción. En Los santos inocentes es además un rasgo de
estilo: resalta la ligazón entre las acciones y nos trasmite un
efecto de agilidad narrativa y de detallismo desarrollando el
conjunto de hechos que conforman un suceso.
Pero lo que refleja mejor el tono oral del
discurso es la extraordinaria flexibilidad con que se construye cada
periodo narrativo. Esta versatilidad sintáctica se observa en el
diálogo, pero también en la narración, y sus rasgos peculiares
son:
- La ruptura del orden lógico de los elementos de la oración y también del orden de sus elementos constituyentes.
- Las frecuentes enumeraciones, repeticiones y expresiones contractivas.
- Las numerosos elipsis. Son muy llamativas las elisiones de verbos, pero también se eliden sustantivos.
- Los incisos valorativos del narrador acorde, que determinan la aparición de frecuentes anacolutos.
En el diálogo
Los rasgos más característicos de los fragmentos
dialogados son los siguientes:
- Están basados en el habla viva, coloquial, con intención de mantener fidelidad absoluta a los personajes a quienes se le atribuyen.
- Utiliza el estilo directo, con o sin presencia del verbo dicendi introductor de la secuencia dialogada.
Estos aspectos confieren a la novela
verosimilitud, ausencia de artificio y fuerte impresión de realidad.
Además, a través de los diálogos conocemos el punto de vida de los
personajes; y se canalizan muchos fragmentos narrativos y otros de
valoración y comentario.
La lengua castellana rural
Existe una variedad del habla coloquial castellana
específicamente rural, que resulta de la combinación de recursos
del habla familiar y de la lengua vulgar y de un léxico y una
fraseología ya desaparecidos de la lengua urbana. El uso de esta
lengua castellana rural es una de las características fundamentales
de Los santos inocentes.
El habla familiar es expresiva, afectiva,
exagerada, imaginativa, colorista. Muchos de estos rasgos pueden
encontrarse en la novela.
- La peculiar flexibilidad del discurso.
- El uso específicamente rural del dativo ético.
- Los nombres de los siervos son, en general, poco habituales en zonas urbanas.
- Se utiliza el apodo acompañado de nombres menos raros.
- Casi siempre se da la costumbre rural de anteponer el artículo al nombre propio. Por el contrario, los nombre de los amos revelan la costumbre urbana de imponer nombres habituales de otros idiomas.
- Donde más perceptible es la naturaleza rural de la lengua de Los santos inocente es en el léxico. Muchos términos son desconocidos para la gente de la ciudad. Este vocabulario específicamente rural añade riqueza léxica, precisión y claridad al lenguaje.
- Hay también una abundante fraseología característica de las zonas rurales.
La elaboración literaria
Riqueza léxica y elaboración del discurso
Aunque predomina el lenguaje de base oral en
numerosos fragmentos de la novela el autor utiliza la lengua culta,
elaborando el discurso y dando un tratamiento literario al lenguaje.
El dominio de la lengua culta se comprueba en
muchos detalles; La omisión del verbo dicendi es signo de oralidad y
de economía; pero Delibes utiliza una variadísima gama de verbos
para introducir el diálogo señalando sutiles matices. Ciertos
fragmentos muestran una gran elaboración, presidida por la intención
de precisión y claridad.
El uso literario del lenguaje
En Los santos inocentes son
extraordinariamente importantes los fragmentos descriptivos,
generalmente intercalados en el curso de un espacio narrativo. Las
descripciones, de forma habitual, se vinculan al paisaje, que muchas
veces es pintado siguiendo el criterio del realismo.
Son numerosos los
fragmentos en los que el autor retrata a los personajes. Estos
retratos se van completando por la acumulación de fragmentos
descriptivos parciales que revelan detalles de físicos y la conducta
del personaje.
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