sábado, 28 de mayo de 2016

Immanuel Kant (I) El conocimiento

Kant

El programa filosófico de Kant se estructura en tres preguntas fundamentales que se condensan en una cuestión más general esas preguntas son: qué puedo conocer, qué puedo hacer y que me he estado a esperar. La primera de estas pregunta que surge es objeto de la teoría del conocimiento, la segunda de la ética y la tercera, de la filosofía de la religión. Estas tres preguntas se resumen en una cuestión más abarcante y es la pregunta ¿qué es el hombre?

En su teoría del conocimiento Kant considera que va a dar a la disciplina un giro copernicano esto es, un giro similar al que Copérnico dio a la astronomía al considerar que la tierra y no el sol constituía el centro del universo.

Kant considera en la teoría del conocimiento hay que ver al sujeto como el Centro del Conocimiento y no al objeto como se había hecho hasta ahora. Motivo por el cual a su juicio la teoría del conocimiento no había sido resuelta de manera adecuada. A partir de aquí Kant, toma la distinción entre juicios analíticos y juicios sintéticos por un lado y por el otro la distinción entre juicios a priori y juicios a posteriori; los juicios analíticos serían aquellos en los que el predicado nada añade a lo dicho por el sujeto y los juicios sintéticos aquellos en los que el predicado sí que añade información a lo dicho por el sujeto. Los juicios a priori serían aquellos cuya verdad se daría previamente a la experiencia, los juicios a posteriori son los que para determinar si son o no verdaderos se precisa de la experiencia .

Un juicio analítico sería: el todo es mayor que cada una de las partes que lo componen y un juicio sintético: que los cuervos son negros. A partir de aquí, Kant distingue cuatro posibilidades que son: juicios analíticos a priori, juicios analíticos a posteriori, juicios sintéticos a priori, juicios sintéticos a posteriori. Todo juicio a priori es analítico, los juicios de la lógica son juicios analíticos a priori, en cambio no puede haber juicios que sean analíticos y a posteriori. Los juicios sintéticos a posteriori son juicios que aportan información y que además esa información sólo se puede verificar a partir de la experiencia, sí el hombre del tiempo dice que mañana va a llover hay que esperar a mañana para saber si llueve .

Y por otra parte tenemos juicios sintéticos a priori es decir, juicios que nos aportan información pero, esa información no está validada por la experiencia es una información qué es necesaria.
Según Kant, una ciencia por antonomasia es aquella que se basa en juicios sintéticos a priori, es decir que nos aporta información pero que es información no depende de la experiencia sino que nos aporta un conocimiento que es necesario. Según Kant, las matemáticas se basan en juicios sintéticos a priori y se pregunta si la metafísica es decir, la filosofía como la habían entendido por ejemplo Descartes, Leibniz y Wolff nos puede ofrecer juicios sintéticos a priori. En realidad el objeto de su obra La Crítica de la razón pura es llevar a cabo una indagación acerca de las posibilidades de la metafísica como ciencia. Llegará a la conclusión de que la metafísica no puede ser una ciencia porque no puede elaborar juicios sintéticos a priori y que por tanto las ideas centrales de la metafísica de Wolff es decir, las ideas de alma, de mundo y de Dios carecen de valor cognitivo. Téngase en cuenta que en el siglo XVIII en Alemania está muy extendida la filosofía de Wolff discípulo de Leibniz y que Wolff había elaborado un sistema filosófico a partir de las ideas dadas a priori de alma del mundo y de Dios.

Según Kant en el conocimiento intervienen una serie de elementos que proceden del objeto es decir, del exterior y otras que pone el sujeto. Estos elementos que pone el sujeto son el espacio y el tiempo al nivel de la sensibilidad y las categorías o conceptos puros. Al nivel del entendimiento por medio de la sensibilidad percibimos el objeto y por medio del entendimiento lo pensamos, a través de la sensibilidad recibimos una serie de impresiones que nos vienen del exterior y que son coordenadas en espacio y tiempo. Lo que nosotros conocemos no son las cosas en sí mismas a las que Kant denomina noúmeno sino las cosas tal y como se nos presentan a las que Kant denomina fenómenos; ahora bien una vez que hemos percibido los objetos que se nos presentan como fenómenos tenemos que pensar la labor que lleva a cabo el entendimiento por medio de los elementos que el sujeto pone como condiciones de posibilidad para que los objetos pueden ser pensados. Estos elementos a priori son las categorías o conceptos puros del entendimiento, Kant distingue entre los conceptos empíricos y los conceptos puros. Los conceptos empíricos son aquellos que se forman a partir de la experiencia por ejemplo: tras haber visto muchos hombres formamos una representación que no sirve para referirnos a todos los hombres. De igual manera tras haber visto muchos árboles nos formamos una representación mental que recoja una serie de rasgos compartidos por todos los árboles y que no servirán para referirnos a todos los árboles. En cambio los conceptos puros son puestos por el sujeto como condición de posibilidad para el conocimiento es decir para poder conocer una árbol, previamente en sujeto necesita aplicar a los fenómenos una serie de conceptos puros o de categorías.

Para conocer un objeto necesitamos que el entendimiento lleve a cabo una mayor unificación de los fenómenos, para saber que un determinado objeto es una tiza debemos saber que una tiza azul y una blanca del cuarto piso constituyen el mismo tipo de objeto de la tiza de segundo piso o las tizas el Instituto del pueblo de al lado y también que las tizas de la escuela en la que estudiamos cuando éramos pequeños. Entonces tenemos únicamente conocimiento de los fenómenos claro está que se trata de un conocimiento universal, pues todas las personas venimos dotados de una misma estructura a priori que nos permite conocer los fenómenos es decir, toda aquella realidad que podemos estructurar en un espacio y un tiempo y por medio de las categorías.


La crítica de Kant a la metafísica

Según Kant, una vez que el entendimiento ha llevado a cabo una unificación de los fenómenos para poder pensar los objetos, la razón tienda a ir más allá e intenta buscar lo incondicionado es decir, la totalidad de los fenómenos. De este modo, surgen los llamados ideales o ideas de la razón pura, éstas ideas de la razón pura son la idea de yo o de alma, la idea de mundo y la idea de Dios. La idea de yo surge por el intento de la razón de unificar todos los fenómenos internos; la idea de mundo surge como consecuencia de los intentos de la razón por unificar todos los fenómenos externos; y la idea de Dios consecuencia de los intentos de la razón por unificar todos los fenómenos internos y externos.

Ahora bien según Kant estas ideas de yo, de mundo y de Dios, que por cierto, son las ideas centrales de la metafísica, no tienen valor cognitivo es decir no puede haber ciencia de ellas, pues el yo, el mundo y Dios sería en todo caso noúmenos y de los noúmenos ya hemos dicho que no tenemos conocimientos.

Dichos ideas en la razón pura tendrían una función regulativa es decir, el que la razón crea en ellas hace que persistamos en nuestras investigaciones y por tanto que la experiencia lleve a cabo más unificación, que la experiencia esté más unificada. Según Kant, la idea de “yo” nos conduce a un paralogismo, pues por mucho que intentemos objetivar nuestro yo, es decir, por mucho intentemos sacar el yo fuera de la conciencia para tener de él un conocimiento objetivo siempre habrá un yo en nuestra conciencia que esté contemplando ese yo que pretendemos objetivar., nunca nos es posible sacar al yo totalmente fuera del sujeto.


Por otra parte, la idea de mundo nos lleva a lo que Kant denomina antinomias y por su parte la idea de Dios también tiene sus problemas pues, de Dios no podemos tener ningún conocimiento, en este sentido Kant desmonta tanto los argumentos a priori como los argumentos a posteriori que intentan demostrar la existencia de Dios, es decir, desmonta tanto los argumentos de San Anselmo como los de Santo Tomás. De argumentos como el de San Anselmo nos dice que la idea del ser totalmente perfecto no implica necesariamente que dicho ser tenga realidad, que dicho ser exista. Y frente a las pruebas de Santo Tomás argumenta entre otras cosas que como mucho pueden mostrar la existencia de un arquitecto del universo, pero no de un Dios como lo entienden, por ejemplo: los cristianos. 

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