sábado, 28 de enero de 2017

EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868)

EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868)

Las etapas del reinado de Isabel II

El reinado de Isabel II (1833-1868) está marcado por la primera guerra carlista. A Carlos María Isidro se le identificaba con el más estricto absolutismo del Antiguo Régimen. Por lo que Isabel II tuvo que buscar apoyo en los liberales, que eran numerosos en el ejército. La guerra se convirtió no solo en una lucha por el trono sino también en un enfrentamiento entre dos modelos de Estado: el absolutista y el liberal.
El reinado de Isabel II se divide en tres etapas:
  • Regencia de María Cristina (1833-1840) ya que a la muerte de Fernando VII, Isabel tenía tres años.
  • Regencia del general Espartero (1840-1843) primero como presidente de un breve Ministerio-Regencia y después como regente en solitario.
  • Reinado efectivo de Isabel II (1843-1868) tras la caída de Espartero se declaró mayor de edad a los 13 años.

El problema del Carlismo

Ideario y apoyos sociales del carlismo

El movimiento carlista apoyaba las pretensiones al trono de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII. El carlismo defendía el mantenimiento de las viejas tradiciones del Antiguo Régimen.
Ideario político carlista
  1. La tradición política del absolutismo monárquico.
  2. Restauración del poder de la Iglesia y de un catolicismo excluyente de cualquier otra creencia.
  3. La idealización del medio rural y el rechazo de la sociedad urbana e industrial.
  4. La defensa de las instituciones y fueros históricos
Este movimiento contaba con dos apoyos básicos: un sector del clero, que percibía el liberalismo como el gran enemigo de la Iglesia; y el pequeño campesinado.
En cuanto a su ámbito geográfico, arraigó sobre todo en zonas rurales de las Vascongadas, Navarra, Aragón, la Cataluña interior y el Maestrazgo.

Las dos primeras guerras carlistas

La primera guerra carlista (1833-1840) fue la más violenta y dramática. Los primeros levantamientos en apoyo de Carlos María Isidro, proclamando rey por sus seguidores con el nombre de Carlos V, ocurrieron ya a los pocos días de morir Fernando VII, pero fueron sofocados.
Aunque se trataba de una contienda civil también tuvo una proyección exterior de potencias europeas absolutistas que apoyaban el carlismo; mientras que Inglaterra, Francia y Portugal secundaron a Isabel II, lo que se materializó en el Tratado de la Cuádruple Alianza (1834).
Ambos bandos contaban en sus filas con generales de gran talla; Cabrera por los carlistas y Espartero por la parte isabelina.
La segunda guerra carlista (1846-1849) no tuvo el impacto ni la violencia de la primera. Carlos VI hijo de Carlos María Isidro, que abdicó en su hijo para que este se casara con Isabel II, esto no fue posible y se desencadenó esta segunda guerra.

Las consecuencias de las guerras carlistas

Repercusiones políticas y económicas:
  1. La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo.
  2. El protagonismo político de los militares. Ante la amenaza carlista, los militares se convirtieron en una pieza clave para la defensa del régimen liberal. Los generales se colocaron al frente los recién creados partidos políticos.
  3. Enormes gastos de la guerra. La nueva monarquía liberal para hacer frente a la guerra, pasó por serios apuros fiscales.

La aparición de los primeros partidos políticos

Durante la regencia de María Cristina, surgieron los dos primeros partidos políticos: el Partido Moderado y el Partido Progresista.
En el reinado efectivo de Isabel II, aparecieron otros dos nuevos partidos a partir de escisiones de los anteriores: el Partido Demócrata y la Unión Liberal.

El Partido Moderado

Se identificaba con las concepciones del liberalismo doctrinario francés, partidario de la soberanía compartida entre el rey las Cortes, así como de dotar al monarca de amplios poderes y de limitar los derechos individuales de los ciudadanos. Representaba una continuidad con los doceañistas.
Contaba con el apoyo de los sectores sociales de mayor nivel económico: los grandes terratenientes, la alta burguesía y la clase media alta. Su principal líder y representante era el general Narvaez.

El Partido Progresista

Siguiendo la tradición de los exaltados del Trienio Liberal, propugnaba la soberanía nacional, representada en las Cortes, cuyo protagonismo político debía limitar el poder del rey. Su base social estaba en la pequeña y mediana burguesía. Su espadón y figura indiscutible fue el general Espartero.

El Partido Demócrata

Surgió de una escisión del Partido Progresista. Integraba a progresistas radicales, republicanos y simpatizantes del incipiente socialismo.
Defendía la soberanía naciones y el sufragio universal: libertad de conciencia, derecho de reunión y asociación, instrucción primaria universal y gratuita, e intervención del Estado en otros ámbitos de la asistencia social. Aspiraba a tener su base social en las clases populares.

Unión Liberal

Se constituyó en los años cincuenta como partido del centro: se nutría del ala derecha del Partido Progresista y el ala izquierda del Partido Moderado. Tenía vocación centrista, pretendía ser una alternativa. Su espadón y líder fue el general O'Donnell.

El proceso constitucional

El principal objetivo de la revolución liberal era la implantación de un régimen parlamentario y constitucional.

El Estatuto Real de 1834

Durante la regencia de María Cristina, representaba una solución de compromiso entre el absolutismo y el liberalismo. El Estatuto Real no era propiamente una Constitución, sino una carta otorgada. Su contenido se centraba en la reforma de las Cortes del Antiguo Régimen:
  • Sería bicameral, compuesta por un Estamento de Próceres designados por la corona y un Estamento de Procuradores elegibles.
  • Ambas cámaras tenían una función más consultiva que legislativa, pues eran convocadas, suspendidas y disueltas por el rey y solo podían deliberar sobre los asuntos planteados por el mismo.

La Constitución de 1837

En 1836 un pronunciamiento progresista obligó a la regente María Cristina a proclamar la Constitución de Cádiz y a nombrar nuevo gobierno que convocó elecciones a Cortes Constituyentes para reformar la Constitución de 1812.
La Constitución de 1837 implantaba definitivamente el régimen constitucional en España. Contenido: Principio de soberanía nacional, el reconocimiento de un amplio repertorio de derechos de los ciudadanos, la división de poderes, el importante papel de las Cortes o la limitación del poder de la monarquía. Pero para atraerse el apoyo de los moderados, recogía también aspectos fundamentales del moderantismo, que recordaban al Estatuto Real de 1834: Cortes bicamerales, con un Senado integrado por miembros de designación real y un Congreso de Diputados.
Sufragio censitario: el derecho al voto estaba restringido a un número limitado de ciudadanos que debían cumplir determinados requisitos.
Sufragio universal: el derecho a voto de todos los varones de más de una cierta edad.
Cortes Constituyentes: SE denomina así a las elegidas con el fin expreso de elaborar una nuevo Constitución.

La Constitución moderada de 1845

Se promulgó durante el reinado efectivo de Isabel II. Su objetivo era ajustar el sistema político a las pretensiones del Partido Moderado para garantizar su ejercicio de poder. Anuló los aspectos más progresistas de la Constitución de 1837; sustituyó la soberanía nacional por la soberanía conjunta del rey las cortes. El texto de 1845 fijó el modelo Constitución conservadora y consolidó el poder de los moderados.

Las Reformas Económicas del Signo Liberal

La liberación de la tierra

A partir de 1836 se adoptaron tres medidas fundamentales:
  1. La supresión de los mayorazgos: se transformaron en propiedades plenas y libres en poder del titular de la familia correspondiente. Este en lo sucesivo podría venderlas o donarlas.
  2. La abolición del régimen señorial, se anulaban todos los derechos señoriales de carácter feudal, se transformaban las tierras de los señoríos en propiedades plenas y libres de sus legítimos dueños. Uno de los grandes problemas radicaba en que podían reconocer dos derechos diferentes sobre la misma tierra: el dominio útil del campesino, que la explotaba y la transmitía a sus herederos; y el dominio eminente del señor, que podía exigir a los campesinos determinados tributos en relación con las tierras.
  3. Las desamortizaciones consistieron en la expropiación, por parte del Estado, de las tierras eclesiásticas y municipales para su posterior venta a particulares en pública subasta.

La desamortización eclesiástica de Mendizábal (1837-1849)

En 1835 se disolvieron las órdenes religiosas y sus fincas se declararon bienes nacionales. La desamortización de Mendizábal se inició en una etapa de gobierno progresista y consistió en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia. Sus objetivos fueron esencialmente tres:
  • Sanear la Hacienda, mediante la amortización parcial de la deuda pública.
  • Financiar los gastos de la guerra civil contra los carlistas.
  • Convertir a los nuevos propietarios en adeptos para la causa liberal.

La desamortización general de Madoz (1855-1867)

Se inició durante el reinado efectivo de Isabel II, en el bienio progresista, e incluía todo tipo de tierras amortizadas: las de la Iglesia aún no vendidas y las de propiedad municipal. Sirvió para reducir la deuda pública y financiar la construcción de infraestructuras, en especial de ferrocarriles.

La reforma de la Hacienda (1845)

Conocida como reforma Mon-Santillán. Representó la superación definitiva de la caótica situación del Antiguo Régimen. Esta reforma de la Hacienda tampoco fue capaz de acabar con la crónica insuficiencia de ingresos fiscales.

El impulso de la industrialización: la Ley de Ferrocarriles (1855)

La primera línea que se creó fue la de Barcelona-Mataró (1848), pero hasta 1855 fueron escasos los tramos construidos. El verdadero impulso durante el gobierno progresista, con la Ley General de Ferrocarriles. El objetivo era ofrecer un medio barato de transporte que estimulase la creación de industrias ante la facilidad de los intercambios.

Los Cambios Sociales

De la Sociedad Estamental a la de Clases

La revolución liberal burguesa supuso la transformación de la sociedad estamental en la actual sociedad capitalista. El único criterio realmente importante de división social es el económico o por su papel de producción. Las clases sociales son abiertas, y el movimiento vertical viene determinado por los cambios en la situación económica del individuo.

La nueva clase dominante

La media y baja nobleza tendieron a desaparecer y a fundirse en las nuevas clases sociales. La alta nobleza conservó sus títulos con carácter honorífico.
La alta burguesía fue la nueva clase que emergió a beneficiarse con la compra de las tierras desamortizadas. Se constituyó así una oligarquía terrateniente, industrial y financiera resultado de la alianza entre la vieja nobleza y la nueva burguesía propietaria.

Clases medias, campesinado y proletariado

Las clases medias eran un grupo heterogéneo formado por la pequeña burguesía, funcionarios y profesionales liberales.
El campesinado seguía representando la mayoría de la población. Los campesinos fueron los grandes sacrificados por las reformas liberales.
El proletariado urbano era la nueva clase en aumento, se nutría del éxodo rural y de los antiguos artesanos arruinados.

La Evolución Política del Reinado

Se trata de un periodo de enorme complejidad y constantes cambios de gobierno.
Tanto la regente María Cristina como la reina Isabel II asumieron el liberalismo por necesidad y no por convicción, por lo que en todo momento tendieron a favorecer a los moderados frente a los progresistas. Por otra parte, el rasgo dominante de todo el reinado fue la gran inestabilidad política, acentuada por los pronunciamientos militares.

La regencia de María Cristina (1833-1840)

Fue una etapa difícil, por la amenaza del carlismo, que mantuvo al país en estado de guerra durante toda la regencia. El apoyo de los liberales a la causa isabelina permitieron el desmantelamiento del Antiguo Régimen.
  • Se formaron los primeros partidos políticos que defendieron las dos corrientes esenciales del liberalismo: el Partido Moderado y el Partido Progresista.
  • Se promulgó el Estatuto Real de 1834 como solución de compromisos entre monarquía absoluta y liberal, se promulgó la Constitución de 1837 se implantó el régimen liberal en España.
  • Se emprendieron medidas de liberalización económica como la desvinculación de mayorazgos, la abolición del régimen señorial o la desamortización de Mendizábal.
Los gobiernos en esta etapa fueron de corta duración y con predominio del Partido Moderado.

La regencia de Espartero (1840-1843)

El general Espartero tenía una gran reputación que aumentó durante la revolución de 1840, al defender los alzamientos de las provincias en contra de la ley de Ayuntamientos del gobierno progresista. María Cristina nombró a Espartero presidente del gobierno. Espartero presidió un breve Ministerio-Regencia y suspendió la Ley de Ayuntamientos. Gobernó con mano dura y reprimió sin contemplaciones los pronunciamientos moderados que se produjeron durante su regencia. Llegó a bombardear Barcelona. El nuevo pronunciamiento encabezado por el general Narváez puso fin a su regencia en 1843.

El reinado efectivo de Isabel II (1843-1868)

Para evitar la inestabilidad, las cortes decidieron anticipar la mayoría de edad de Isabel II con trece años. Se inició una nueva etapa política con predominio absoluto de los moderados.
1ª etapa: década moderada (1844-1854)
  • La Constitución de 1845 que adoptó un sistema político a los intereses del Partido Moderado.
  • La reforma de la Hacienda de 1845, que acabó definitivamente con el caótico sistema del Antiguo Régimen.
  • El Concordato de 1851, que restableció las relaciones con la Santa Sede, muy deterioradas hasta entonces por la hostilidad de la Iglesia.
2ª etapa: bienio progresista (1854-1856) bajo la presidencia del general Espartero. Durante este breve paréntesis de gobiernos se pretendió dar un nuevo impulso a la economía con la desamortización de Madoz y la Ley de Ferrocarriles.
3ª etapa: gobierno largo de la Unión Liberal (1858-1863), bajo la presidencia del general O'Donnell. Su rasgo más sobresaliente fue la activa política exterior con que O'Donnell pretendió devolver a España el prestigio internacional que había perdido.

La crisis de 1866 y el Pacto de Ostende

El descrédito del régimen de Isabel II alcanzó su clímax en 1866, con una aguda crisis que abrió el camino a la revolución de 1868 y la caída monarquía isabelina.

La crisis económica tuvo tres manifestaciones: una crisis financiera, a causa de la quiebra de gran parte de las compañías ferroviarias; una crisis agraria; y un aumento del paro.

La crisis política. El régimen, cada vez más excluyente, estaba en manos de moderados. En ese marco, progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende (1866) con el que aunaron fuerzas para derrocar a la reina. Al año siguiente se añadió a este la Unión Liberal.

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