sábado, 23 de abril de 2016

Lengua de primero- Cantar de Mio Cid

Cantar de Mio Cid

Llegada a Burgos


3

Entrada desoladora en Burgos

Narrador

Mío Cid Ruy Díaz          por Burgos entraba,
 15
En su compañía,          sesenta pendones llevaba.
Salíanlo a ver          mujeres y varones,2
Burgueses y burguesas          por las ventanas son,
Llorando de los ojos,          ¡tanto sentían el dolor!
De las sus bocas,          todos decían una razón:

Burgaleses

¡Dios, qué buen vasallo,          si tuviese buen señor!
 20





4

Nadie da hospedaje al Cid por temor al Rey. Sólo una niña de nueve años pide al Cid que se vaya. El Cid acampa en la glera del río Arlanzón

Narrador

Le convidarían de grado,          mas ninguno no osaba;
El rey don Alfonso          tenía tan gran saña;
Antes de la noche,          en Burgos de él entró su carta,
Con gran recaudo          y fuertemente sellada:
Que a mío Cid Ruy Díaz,          que nadie le diese posada,
 25
Y aquel que se la diese          supiese veraz palabra,
Que perdería los haberes          y además los ojos de la cara,
Y aún más          los cuerpos y las almas.
Gran duelo tenían          las gentes cristianas;
Escóndense de mío Cid,          que no le osan decir nada,
 30
El Campeador          adeliñó a su posada.
Así como llegó a la puerta,          hallola bien cerrada;
Por miedo del rey Alfonso          que así lo concertaran:
Que si no la quebrantase por fuerza,          que no se la abriesen por nada.
Los de mío Cid          a altas voces llaman;
 35
Los de dentro          no les querían tornar palabra.
Aguijó mío Cid,          a la puerta se llegaba;
Sacó el pie de la estribera,          un fuerte golpe le daba;
No se abre la puerta,          que estaba bien cerrada.
Una niña de nueve años          a ojo se paraba:
 40

Niña

¡Ya, Campeador,          en buena hora ceñisteis espada!
El Rey lo ha vedado,          anoche de él entró su carta
Con gran recaudo          y fuertemente sellada.
No os osaríamos abrir          ni acoger por nada;
Si no, perderíamos          los haberes y las casas,
 45
Y, además,          los ojos de las caras.
Cid, en el nuestro mal          vos no ganáis nada;
Mas el Criador os valga          con todas sus virtudes santas.

Narrador

Esto la niña dijo          y tornose para su casa.
Ya lo ve el Cid          que del Rey no tenía gracia.
 50
Partiose de la puerta,          por Burgos aguijaba;
Llegó a Santa María,          luego descabalga;
Hincó los hinojos,          de corazón rogaba.
La oración hecha,          luego cabalgaba;
Salió por la puerta          y el Arlanzón pasaba;
 55
Cabo esa villa,          en la glera posaba;
Hincaba la tienda          y luego descabalgaba.
Mío Cid Ruy Díaz,          el que en buena hora ciñó espada,
Posó en la glera,          cuando no le acoge nadie en casa;
Alrededor de él,          una buena compaña.
 60
Así posó mío Cid,          como si fuese en montaña.
Vedado le han la compra,          dentro en Burgos la casa,
De todas cosas          cuantas son de vianda;
No le osarían vender          ni la menor dinerada.






Episodio de Raquel y Vidas


9

Encuentro y trato con Raquel y Vidas y conclusión del trato en la tienda del Cid

Raquel y Vidas          en uno estaban ambos,
 100
En cuenta de sus haberes,          de los que habían ganado.
Llegó Martín Antolínez          a guisa de membrado:

Martín Antolínez

¿Dónde estáis, Raquel y Vidas,          los míos amigos caros?
En puridad          hablar querría con ambos.

Narrador

No lo retardan,          todos tres se apartaron.
 105

Martín Antolínez

Raquel y Vidas,          dadme ambos las manos,
Que no me descubráis          a moros ni a cristianos;
Por siempre os haré ricos          que no seáis menguados.
El Campeador          por las parias fue entrado,
Grandes haberes prendió          y muy estimados;
 110
Retuvo de ellos          cuanto que fue algo;
Por ello vino a esto          por que fue acusado.
Tiene dos arcas          llenas de oro esmerado.
Ya lo veis          que el rey le ha airado
Dejado ha heredades          y casas y palacios;
 115
Aquellas no las puede llevar,          si no, sería ventado;
El Campeador          las dejará en vuestra mano,
Y prestadle de haber          lo que sea aguisado.
Prended las arcas          y metedlas en vuestro salvo;
Con gran jura          meted ahí la fe ambos:
 120
¡Que no las catéis          en todo este año!

Narrador

Raquel y Vidas          se estaban aconsejando:

Raquel y Vidas

Nos hemos menester          en todo de ganar algo.
Bien lo sabemos          que él algo ganó,
Cuando a tierra de moros entró,          que grande haber sacó:
 125
No duerme sin sospecha          quien haber trae monedado.
Estas arcas          prendámoslas ambas,
En lugar las metamos          que no sean ventadas.
Mas, decidnos del Cid,          ¿de qué será pagado?
¿O qué ganancia nos dará          por todo este año?
 130

Narrador

Repuso Martín Antolínez          a guisa de membrado:

Martín Antolínez

Mío Cid querrá          lo que sea aguisado;
Os pedirá poco          por dejar su haber en salvo.
Acógensele hombres          de todas partes menguados;
Ha menester          seiscientos marcos.
 135

Narrador

Dijo Raquel y Vidas:

Raquel y Vidas

Se los daremos de grado.

Martín Antolínez

Ya veis que entra la noche,          el Cid está apresurado;
Necesidad tenemos          de que nos deis los marcos.

Narrador

Dijo Raquel y Vidas:

Raquel y Vidas

No se hace así el mercado,
Sino primero prendiendo          y después dando.
 140

Narrador

Dijo Martín Antolínez:

Martín Antolínez

Yo de eso me pago.
Ambos venid          al Campeador contado
Y nos os ayudaremos          que así es aguisado
Para traer las arcas          y meterlas en vuestro salvo;
Que no lo sepan          moros ni cristianos.
 145

Narrador

Dijo Raquel y Vidas:

Raquel y Vidas

Nos de esto nos pagamos.
Traídas las arcas          prended seiscientos marcos.

Narrador

Martín Antolínez          cabalgó privado
Con Raquel y Vidas,          de voluntad y de grado.
No viene por el puente          que por el agua ha pasado,
 150
Que no se lo ventasen          de Burgos ser humano.
Helos vos en la tienda          del Campeador contado.
Así como entraron,          al Cid besáronle las manos.
Sonriose mío Cid,          estábalos hablando:

Cid

¡Ya, don Raquel y Vidas,          me habéis olvidado!
 155
Ya me voy de tierra          pues del Rey soy airado.
A lo que me semeja,          de lo mío habréis algo;
Mientras que viváis,          no seréis menguados.

Narrador

Don Raquel y Vidas          a mío Cid besáronle las manos.
Martín Antolínez          el pleito ha preparado
 160
Que sobre aquellas arcas          le darían seiscientos marcos
Y bien se las guardarían          hasta el cabo del año;
Que así le dieran la fe          y se lo habían jurado:
Que, si antes las catasen,          que fuesen perjurados,
No les diese mío Cid          de la ganancia un dinero malo.
 165
Dijo Martín Antolínez:

Martín Antolínez

Carguen las arcas privado.
Llevadlas, Raquel y Vidas,          ponedlas en vuestro salvo;
Yo iré, con vosotros          para que traigamos los marcos,
Que ha de partir mío Cid          antes que cante el gallo.

Narrador

Al cargar de las arcas,          veríais gozo tanto:
 170
No las podían poner encima          aunque eran esforzados.
Alégranse Raquel y Vidas          con haberes monedados,
Pues, mientras que viviesen,          rehechos eran ambos.
Raquel a mío Cid          le va a besar la mano:





10

Raquel y Vidas se despiden del Cid. Martín Antolínez les acompaña para recoger los marcos

Raquel

¡Ya, Campeador,          en buena hora ceñisteis espada!
 175
De Castilla os vais          para las gentes extrañas;
Así es vuestra ventura,          grandes son vuestras ganancias.
Una piel bermeja          morisca y apreciada,
Cid, beso vuestra mano          en don que yo la haya.

Cid

Pláceme

Narrador

dijo el Cid,

Cid

desde aquí sea mandada
 180
Si os la trajera de allá;          si no, contadla sobre las arcas.

Narrador

En medio del palacio,          tendieron una almofalla;
Sobre ella, una sábana          de ranzal y muy blanca.
Con sólo el primer golpe,          trescientos marcos echaron de plata.
Notolos don Martín,          sin peso los tomaba;
 185
Los otros trescientos          en oro se los pagaban.
Cinco escuderos tiene don Martín,          a todos los cargaba.
Cuando esto hubo hecho,          oiréis lo que hablaba:

Martín Antolínez

Ya, don Raquel y Vidas,          en vuestras manos están las arcas;
Yo, que esto os gané,          bien merecía calzas.
 190



11

Martín Antolínez pide una recompensa a Raquel y Vidas, y baja a la glera junto al Cid

Narrador

Y Raquel y Vidas          aparte salieron ambos:

Raquel y Vidas

Démosle buen don,          que él nos lo ha buscado.
Martín Antolínez,          un burgalés contado,
Vos lo merecéis,          buen don queremos daros
Con que hagáis calzas          y rica piel y buen manto;
 195
Os damos en don          a vos treinta marcos.
Nos los merecéis          pues esto es aguisado;
Nos otorgaréis          esto que hemos pactado.

Narrador

Agradeciolo don Martín          y recibió los marcos;
Plugo salir de la posada          y despidiose de ambos.
 200
Ha salido de Burgos          y el Arlanzón ha pasado;
Vino para la tienda          del Campeador contado.
Recibiolo el Cid          abiertos ambos los brazos:

Cid

¡Venís, Martín Antolínez,          el mío fiel vasallo?
¡Aún vea el día          que de mí hayáis algo!
 205

Martín Antolínez

Vengo, Campeador,          con todo buen recaudo:
Vos seiscientos          y yo treinta he ganado.
Mandad coger la tienda          y vayamos privado;
En San Pedro de Cardeña,          allí nos cante el gallo;
Veremos a nuestra mujer          honrada hijadalgo.
 210
Abreviaremos la estancia          y dejaremos el reinado.
Mucho es menester,          que cerca viene el plazo.






Episodio del León



112

Episodio del león en la corte de Valencia. Miedo de los infantes y serenidad del Cid

Narrador

En Valencia estaba mío          Cid con todos sus vasallos;
Con él ambos sus yernos,          los infantes de Carrión.
Yacía en un escaño,          dormía el Campeador;
 2280
Mal sobresalto,          sabed, que les pasó:
Saliose de la red          y desatose el león.
En gran miedo se vieron          en medio de la corte;
Embrazan los mantos          los del Campeador
Y cercan el escaño          y se ponen sobre su señor.
 2285
Fernán González no vio allí donde se escondiese,          ni cámara abierta ni torre;
Metiose bajo el escaño,          ¡tuvo tanto pavor!
Diego González          por la puerta salió,
Diciendo por la boca:

Diego

¡No veré a Carrión!

Narrador

Tras una viga lagar,          metiose con gran pavor;
 2290
El manto y el brial          todo sucio lo sacó.
En esto despertó          el que en buena hora nació;
Vio cercado el escaño          de sus buenos varones.

Cid

¿Qué es esto, mesnadas,          o qué queréis vos?
¡Ah, señor honrado!,          alarma nos dio el león.
 2295

Narrador

Mío Cid apoyó el codo,          en pie se levantó;
El manto trae al cuello          y adeliñó para el león.
El león, cuando lo vio,          mucho se amedrentó;
Ante mío Cid,          la cabeza humilló y la boca bajó.
Mío Cid don Rodrigo          del cuello lo tomó
 2300
Y llévalo de diestro          y en la red le metió.
A maravilla lo tienen          cuantos allí son;
Y tornáronse al palacio          para la corte.
Mío Cid por sus yernos          demandó y no los halló;
Aunque los están llamando,          ninguno respondió.
 2305
Cuando los hallaron,          vinieron tan sin color.
¡No visteis tal burla          como iba por la corte!
Mandolo prohibir          mío Cid el Campeador.
Se sintieron muy ofendidos          los infantes de Carrión;
Gran cosa les pesa          de esto que les pasó.
 2310






La Afrenta de Corpes





124

Los infantes de Carrión traman vengarse en las hijas del Cid que desconoce las intenciones de los infantes. El Cid les entrega a sus hijas. Despedida de Valencia

Infantes

Pidamos nuestras mujeres          al Cid Campeador;
Digamos que las llevaremos          a tierras de Carrión;
Las enseñaremos          do las heredades son;
 2545
Las sacaremos de Valencia          de poder del Campeador;
Después, en la carrera,          haremos nuestro sabor,
Antes que nos retraigan          lo que aconteció con el león.
¡Nos de linaje somos          de los condes de Carrión!
Haberes llevaremos grandes          que tienen gran valor;
 2550
Escarneceremos          las hijas del Campeador.
Con estos haberes,          siempre seremos ricos hombres;
Podremos casar con hijas          de reyes o emperadores,
Que de linaje somos          de condes de Carrión.
Así las escarneceremos          a las hijas del Campeador,
 2555
Antes que nos retraigan          lo que fue con el león.

Narrador

Con este consejo          ambos tornados son.
Habló Fernán González          e hizo callar a la corte:

Fernando

¡Así os valga el Criador,          Cid Campeador!
Que plazca a doña Jimena          y primero a vos,
 2560
Y a Minaya Álvar Fáñez          y a cuantos aquí son:
Dadnos nuestras mujeres,          que tenemos a bendición;
Las llevaremos          a nuestras tierras de Carrión.27
Las meteremos en las villas          que les dimos por arras y por honores;28
 2565
Verán vuestras hijas          lo que tenemos nos;
Los hijos que hubiéremos          en qué habrán partición.

Narrador

Dijo el Campeador:

Cid

Daros he mis hijas          y de lo mío algún don.

Narrador

¡El Cid que no se cuidaba          de tan grande deshonor!

Cid

Vos les disteis villas por arras          en tierras de Carrión;
 2570
Yo les quiero dar en ajuar          tres mil marcos de valor;
Os daré mulas y palafrenes          lucidos de condición;
Caballos para en diestro,          fuertes y corredores,
Y muchas vestiduras          de paños y de ciclatones.
Os daré dos espadas,          a Colada y a Tizón;
 2575
Bien lo sabéis vos          que las gané a guisa de varón;
Mis hijos sois ambos          cuando mis hijas os doy;
Allá me llevéis          las telas del corazón.
Que lo sepan en Galicia          y en Castilla y en León
Con qué riqueza envío          mis yernos ambos a dos.
 2580
A mis hijas sirváis,          que vuestras mujeres son;
Si bien las servís,          yo os daré buen galardón.

Narrador

Otorgado lo han esto          los infantes de Carrión;
Aquí reciben          las hijas del Campeador;
Comienzan a recibir          lo que el Cid mandó.
 2585
Cuando son pagados          a todo su sabor,
Ya mandaban cargar          los infantes de Carrión
Grandes son las nuevas          por Valencia la mayor;
Todos prenden armas          y cabalgan con vigor.
Porque despiden las hijas del Campeador          a tierras de Carrión.
 2590
Ya quieren cabalgar,          en despedida son.
Ambas hermanas,          doña Elvira y doña Sol,
Hincaron los hinojos          ante el Cid Campeador:

Elvira y Sol

¡Merced os pedimos, padre,          así os valga el Criador!
Vos nos engendrasteis,          nuestra madre nos parió;
 2595
Delante estáis ambos,          señora y señor.
Ahora nos enviáis          a tierras de Carrión;
Deuda nuestra es cumplir          lo que mandareis vos.
Así, os pedimos merced,          nosotras ambas a dos,
Que enviéis vuestros mensajes          a tierras de Carrión.
 2600

Narrador

Abrazolas mío Cid          y saludolas a ambas a dos.





125

Doña Jimena y el Cid se despiden de sus hijas. El Cid ve malos agüeros

Él hizo esto,          la madre lo doblaba:

Jimena

¡Andad, hijas,          desde aquí, el Criador os valga!
De mí y de vuestro padre          bien tenéis nuestra gracia.
Id a Carrión,          donde sois heredadas;
 2605
Así como yo creo,          bien os tengo casadas.

Narrador

Al padre y a la madre          las manos les besaban;
Ambos las bendijeron          y diéronles su gracia.
Mío Cid y los otros          en cabalgar pensaban,
Con grandes guarniciones,          con caballos y armas.
 2610
Ya salían los infantes          de Valencia la clara,
Despidiéndose de las dueñas          y de todas sus compañas;
Por la huerta de Valencia,          teniendo salían las armas;
Alegre va mío Cid          con todas sus compañas.
Violo en los agüeros,          el que en buena hora ciñó espada,
 2615
Que estos casamientos          no serían sin alguna tacha.
No se puede arrepentir,          que casadas las tiene a ambas.